¿Se la juega por los pobres presidente?
Si tuviera que escoger un solo legado por el cual quisiera que recuerden al gobierno de la Coalición...
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Luis Larraín
Si tuviera que escoger un solo legado por el cual quisiera que recuerden al gobierno de la Coalición por el Cambio, sería por haber logrado derrotar la pobreza extrema y sentado las bases para que Chile deje atrás el subdesarrollo y termine con la pobreza y las desigualdades excesivas. Lo dijo el presidente Sebastián Piñera el 21 de mayo y es esperanzador. Es que el presidente con esa declaración señala un camino y es preciso en sus alcances. Habla en primer lugar de derrotar la extrema pobreza, no la pobreza, y el detalle es importante porque especifica qué puede hacer durante su gobierno. Prioriza, focaliza su acción en los extremadamente pobres. Para eso alcanzan los cuatro años del período presidencial.
Cuando tenemos por delante la puesta en marcha del Ingreso Etico Familiar, la mayor reforma del gobierno en materia de pobreza, uno esperaría entonces que el diseño de este programa se la juegue decisivamente por alcanzar a los extremadamente pobres y sacarlos de su condición. Sabemos que ello requiere no solamente entregarles plata, sino herramientas para que puedan en el futuro valerse por sí mismos. Y eso depende fundamentalmente de que puedan encontrar un trabajo de buena calidad.
¿Significa eso que se olvida de los demás pobres? No, habla de “sentar las bases” para que Chile deje atrás el subdesarrollo y termine con la pobreza y las desigualdades extremas. El sabe que eso puede lograrse el año 2018, más allá de su período.
La precisión es importante porque cuando la política social no se focaliza en los más pobres se puede transformar en una mala noticia para ellos. Es lo que sucedió en el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, que privilegió un componente amplio de “protección social” que incluye hasta el 60% de la población. Cuando se habla del 60% más pobre se están distorsionando las cosas. Es como hablar de excedentes negativos para referirse a las pérdidas.
Durante el gobierno de la presidenta Bachelet aumentó la pobreza en Chile. Los datos de la encuesta Casen nos dicen que el número de pobres aumentó desde 13,71% de la población que había en 2006 hasta un 15,13% en 2009. Los indigentes aumentaron desde el 3,21 % hasta el 3,74%. Hay que llamar la atención sobre el hecho que a pesar del fuerte aumento en el gasto público destinado a adultos mayores durante el gobierno anterior, como consecuencia de la reforma previsional, las tasas de pobreza e indigencia de las personas en edad de jubilar hayan aumentado entre 2006 y 2009, como se muestra en la tabla. Esto indica que es necesario mejorar la focalización de los programas destinados a ayudar a los adultos mayores y la reforma previsional, al apuntar durante los primeros años la ayuda del Estado al 55% de la población, para llegar en definitiva al 60%, no es un programa focalizado.
Nos enteramos ahora, adicionalmente, que tampoco en los últimos años se ha resuelto el problema de la gente que vive en campamentos. Un catastro realizado por el Ministerio de la Vivienda contabiliza a 30 mil familias, que viven en 706 campamentos y eso no incluye a quienes habitan en las aldeas de emergencia construidas luego del terremoto del 27 de febrero. Es decir el Estado no ha sido capaz siquiera de llegar al rostro más visible de la pobreza. ¿Cómo es posible que con un Estado gastando más de US$ 50.000 millones al año el dinero no alcance para estas 30 mil familias? Claramente ellos no han sido prioridad hasta ahora.
Esta decisión presidencial requiere coraje y liderazgo, porque la Concertación decididamente está contra la focalización del gasto social. Ellos quieren llegar al 60% de la población con la protección social, transformando así a una mayoría de chilenos en clientes del Estado. Así lo han demostrado en su insistencia por eliminar el tope en el proyecto postnatal, favoreciendo al 5% más rico de la población.